martes, 2 de junio de 2015

Llac Petit




      Situado detrás del famoso “Hospital del Tórax”, nos hemos aventurado a visitar el polémico “Llac Petit”. 








       Hay multitud de historias acerca de este singular paraje. Aquí se han encontrado cadáveres a las orillas del lago, y se ha especulado con la posibilidad de que hace años, trabajadores del hospital lo utilizaron para esconder más cadáveres de experimentos fallidos en hospital. 



 

      Pero antes de relatar nuestras experiencias en el lago, la sucesión de hechos antes de llegar al lago ese día nos parecen curiosas y dignas de mención. 


     
      Empezó siendo un aparente día tranquilo y normal, además de una fecha señalada en nuestro calendario porque habíamos quedado para visitar el Llac Petit 




      Mientras estábamos de camino, íbamos enviándonos mensajes con las coordenadas, dónde encontrar el camino que lleva al lago, bromas varias y demás, pero cuando finalmente nos juntamos todos, nos dimos cuenta de que la cita podía haber sido anulada en el ultimo momento. Dos compañeras ponen en común que en sus respectivas casas había enfermado un familiar. Por este motivo las dos pensaron en no acudir a la cita, decisión por la que finalmente no optaron.  




 

      Un compañero, nos tubo varias horas en vilo mientras estaba de camino porque no conseguíamos contactar con él. Su móvil se apagó repentinamente y no pudo encenderlo ni cargar la batería en el coche....no funcionaba. Misteriosamente logró llegar al Hospital del Tórax, donde sorprendentemente, su móvil empezó a funcionar de nuevo y pudo comunicarse con nosotros para que fuesemos a buscarlo.





 
      Otro compañero llegó en reserva, pues el viaje le había consumido repentinamente el depósito de carburante. 




 

      Todos estos hechos son totalmente fortuitos, pero hay que señalar que son motivos para no poder llegar a la cita, por lo que especulamos que quizás no era el día más propicio para quedar. Si pensamos un poco más abiertamente abrazando creencias, llegamos a la conclusión de que quizás eran señales de que no deberíamos haber ido al Llac Petit 

 



      Antes de que llegara el último compañero que vendría más tarde, aún de día, bajamos a inspeccionar el terreno del lago. Sin duda es un lugar precioso, siempre y cuando ignoremos porque queremos experimentar aquí. Esta lleno de gente disfrutando de la tarde con sus familiares y mascotas, lo cual diluye la sensación de tristeza y pesadumbre que nos invade cuando nos acercamos a la orilla.  



      Nos asentamos en un repecho un poco apartado de la gente para probar el ambiente que se respira. A mi, me falla de nuevo el flash de la cámara, aún a plena luz del día,  cosa que indica por experiencias pasadas que no estamos solos. Algo consume el flash y no lo deja actuar. Probamos con la tabla de ouija. Rápidamente el cursor se pone en marcha, estamos seguramente rodeados de actividad, pero no logramos respuestas lógicas. Pasados un par de minutos, la guía se dirige a la palabra ADIOS y damos por finalizada la sesión. Más tarde volveremos a intentarlo.







      Volvemos al aparcamiento, y nos sentamos a charlar mientras el lago se va despejando de visitantes. Mientras hablamos, las grabadoras ya en marcha captan repetidamente voces que parece ser, que interactúan constantemente en nuestras conversaciones. 
  



 
      Al caer la noche, voy tomando algunas fotos de las inmediaciones del aparcamiento. Para mi sorpresa, estoy captando orbes en las fotos. Hay varias, pero no sólo eso, si no que cada vez hay más. 

 



       A lo largo de la noche, llega un momento en el que las orbes que salen en las fotos ya son incontables, es fantástico!. Apunte donde apunte con la cámara hay orbes por todas partes, decenas de orbes.  

 


      Cuando ya estamos todos entrada la noche, bajamos al lago. La total oscuridad acrecenta la sensación de tristeza que emana del agua. Nos asentamos cerca de un árbol caído. Hay ruidos a nuestro alrededor, pero hay mucha fauna en este lugar así que no le damos importancia. 





       Probamos con la ouija. Todo parece indicar que hay mucha actividad a nuestro alrededor, porque no conseguimos de buenas a primeras contactar con una sola persona. Nos percatamos de  que las entidades entran y salen del tablero, contestan una o dos preguntas y el cursor se dirige al ADIOS, no podemos concretar con una sola historia. No podemos obtener información, ya que no avanzamos con tantas entidades a la vez hasta que, por fín alguien se queda un ratito mas largo con nosotros. 





       Dice ser un niño de origen marroquí de 10 años. Nos cuenta que se ahogó en el lago. Era un visitante del Hospital del Tórax, y acabó ahogándose en el lago. Entonces el niño quiere dejar de respondernos. Ante estas repentinas salidas del tablero, siempre preguntamos si hay alguien que les impide hablar con nosotros. Al igual que con este niño, la respuesta suele ser afirmativa. No volvemos a contactar con alguien que nos conteste, por lo que decidimos volver al aparcamiento, a probar suerte. 



      Se intensifica el frío nocturno según van pasando las horas. Nos resguardamos del fino y frío aire que recorre toda la zona junto a los coches. Intentamos de nuevo un contacto con la ouija. Igual que en la orilla del lago, entes entran y salen de la tabla, hasta que conseguimos otro contacto con el que parece ser que podemos hablar. 






       Esta vez, el cursor toma una fuerza inusual. Corre por el tablero como si fuera alguien extremadamente fuerte y muy muy nervioso. Dice ser una chica alemana que ha sufrido un accidente aéreo. Nos miramos entre nosotros perplejos, ya que hace tan sólo unos días que hubo un accidente aéreo en los Alpes. Lógicamente pudo ser un accidente cercano, anterior. El intenso nerviosismo del cursor nos desconcierta. Dice que su nombre es Zaza. Podría ser un diminutivo, pensamos. Intentamos que se tranquilice sin éxito. De vez en cuando, el cursor sigue marcando: Z – A – Z – A – Z – A – Z – A …..Tenemos que pararlo constantemente. De pronto, tres de los compañeros nos asustamos, algo ha pasado corriendo. El primero, sentado en un taburete de playa, giró repentinamente la cabeza porque había oído un gruñido a sus espaldas, había pasado justo detrás de él. Yo estaba a su lado casi frente a él en el sueloy me aparté rápidamente al sentir que algo había trotado a mi lado. Sólo vi una sombra pasar a gran velocidad. A mi otro lado estaba una compañera que vió algo muy grande, de alto como el coche pasar a mi lado y detrás del compañero. Al estar las dos sentadas en el suelo, nos pareció notar el trote de un animal que pasó junto a nosotros, realmente pudimos sentir como el suelo temblaba debajo nuestro. Salió de la nada, y a la nada volvió. Un extraño y enorme ser que no vemos ni oímos venir ni marcharse. Rápidamente continuamos con la tabla. Esa chica sigue ahí. Le preguntamos si ha sido ella, dice que si, que ha pasado corriendo. Le pedimos calma, siempre sin éxito. Las respuestas empiezan a ser repetitivas. Le preguntamos nuevamente como se llama y el cursor empieza a moverse muy rapidamente de la Z a la O....... Z - O - Z - O - Z - O - Z - O - Z - O - Z - O  En ese preciso instánte, una compañera decide cerrar la sesión. Casualmente recuerda ese nombre y sabe que la entidad con la que estamos hablando no es buena. Según los indicios de las respuestas obtenidas, la forma de mover el cursor, la espeluznante demostración de fuerza y demás, estábamos hablando con ”ZOZO”. Según la información encontrada, ZOZO es un demonio que sólo se comunica a través de la ouija. Los demonios son muy peligrosos, pero este en especial, se lleva el mayor mérito a traer problemas serios.  

      Nos quedamos un rato más deliberando, pero llegamos a la conclusión de que ha sido suficiente por esa noche. Recogemos y nos vamos con un montón de fotos y grabaciones.