La Casa de los Vientos
Las previsiones meteorológicas ya nos
avisaban de que iba a ser una noche movidita. Se avecinaba tormenta, aunque
manteníamos la esperanza de que se disolviera, cambiara de rumbo, o en última
instancia, que no fuese para tanto. Finalmente si que fue para tanto. Esa noche
protagonizamos una película de auténtico pánico, de esas que tanto nos gusta
ver en casa bien resguardados y en pijama.
Llegamos a la que hemos bautizado como
“La Casa de los Vientos”, escondida en un espectacular paisaje catalán. Somos
dos compañeros y yo, un poco asustada por el temporal que se acerca. Entramos
en la casona, directamente al salón de la primera planta. En la entrada hay un
buen boquete en el suelo, por lo que lo sorteamos por un lateral con
precaución, aunque esté tapado por una puerta, no da confianza pasarlo por el
medio. Acomodamos nuestras pertenencias en el salón, mientras ya nos ha
parecido oír un gemido. Hacemos una primera grabación, sin mucha esperanza ya
que aquí hay que tener un poco de paciencia. Una puerta golpea, primer susto.
Seguramente la tormenta no tarde mucho en llegar, es muy probable que el viento
haya comenzado a soplar y sea el responsable del portazo. Los truenos se
escuchan ya a lo lejos. Escuchamos la grabación y algo sale. Una voz masculina
de ninguno de mis compañeros avisa: “Ay Dios mío”. Parece que tenemos algo en
las fotos tomadas, y tenemos la intuición de que no les gusta nada de nada el
flash de mi cámara. Eso podría ayudar desencadenado algún hecho.
Uno de nuestros compañeros se va a
investigar un poco la casa él sólo. En cuestión de un momento oímos una voz
masculina a lo lejos. Utilizo el walki para comunicarnos con el compañero que
se ha desmarcado para certificar que ha sido él, pero no responde. Lo intento un
par de veces más sin respuesta. Salimos mi compañero y yo al pasillo mientras
sigo hablando por el walki. Por fin responde, esta bien. Ha sido él, y comenta
que apenas oía mi llamada. Vuelve hasta nosotros un poco asustado. Es extraño,
él suele hacer experiencias de aislamiento sin ningún problema, pero en esta
casa no se siente muy seguro. Una ventana golpea. Sobresaltados nos acercamos,
mientras empezamos a oír portazos por toda la casa. El vendaval ya está en
marcha, y la falta de cristales propicia que las corrientes visiten cada una de
las estancias de la casa. Somos conscientes de que esto no ayuda nada. Un susto
tras otro propiciado por portazos incesantes a causa de un temporal, no puede
determinar la actividad de un lugar abandonado.
Volvemos al salón, donde no consigo
calmarme por las incesantes corrientes. Hemos creído oír algo metálico, como si
fueran unas llaves, o unas cadenas. Eso si ha sido extraño. El salón está
rodeado por dos estancias. Una es la primera habitación que se ve al entrar a
la casa, y el otro es un cuarto adyacente. En el curato adyacente, la ventana
golpea. Se abre y se cierra tan sólo un par de veces. Creemos que si fuera
corriente, esto ocurriría de manera continua, pero no ha sido así. También me
llama mucho la atención, que la puerta comunicante del salón con el primer
cuarto, solo golpea cuando yo estoy cerca. En cambio la puerta de cristal de
entrada al salón, no para de abrirse constantemente. Hemos comprobado que la
puerta de cristal no tranca bien, se abre con un mínimo soplido.
Ahora tenemos la tormenta a pleno
rendimiento justo sobre nosotros. Resulta tremendamente inquietante. Hacemos
otra grabación a oscuras, cosa que nos ha puesto un poco nerviosos. Posteriormente,
probamos con la spirit box. Satisfactoriamente, tenemos a alguien receptivo,
que asombrosamente responde alto y claro. Parece que habla en catalán, así que
contactamos con el mismo idioma. Aprovechamos una de las aperturas de la puerta
de cristal para preguntarle si quiere las puertas abiertas o cerradas.
-
Tancada.
Alto
y claro: "Tancada". Ha sido impresionante. También
hemos preguntado si están
asustados, y si quieren que
nos marchemos. Nos ha dicho:
-
No os asustéis.
-
No os vayáis.
Un
compañero entra en la habitación adyacente y cambia de
sitio algunos colchones
viejos que están en el suelo. La
spirit sigue en marcha. No sabemos que se
propone, y de
repente escuchamos de nuevo la misma voz masculina:
-
¿Qué haces?
Vaya,
somos tres los que nos preguntamos lo mismo.
Bien,
bien, aunque no hayamos podido descifrar
algunas respuestas más, el contacto es
muy satisfactorio.
Llevamos aquí un par de horas, y el
temporal persiste. A eso de la 1:00 de la madrugada nos movemos al piso de
abajo. Un compañero propone bajar en fila india agarrándonos las mochilas a
oscuras, pero yo no lo veo claro. Está muy oscuro y la escalera es pequeña,
angosta y hay que agacharse un poco para no darnos con las vigas del techo. Le
convencemos de que no es buena idea. El pasillo que lleva al salón principal de
la planta baja, comunica con varias estancias. Las visitamos mientras vamos
cerrando puertas para evitar corrientes. Nos gustaría que si hay un portazo
fuese por actividad paranormal. Hay una puerta del pasillo por la que hay que pasar
por fuerza para avanzar al salón, esa la dejamos abierta. Esta planta está
mucho más tranquila, no hay corrientes y al estar reformada hay mucho menos
ruido. El temporal está amainando. Seguimos escuchando portazos en planta de
arriba, aunque poco a poco irán parando. Un compañero capta varias orbes
alrededor de mis rodillas y tobillos. Probamos con la spirit box sin demasiado
éxito. Esto parece estar mucho más tranquilo. Comprobamos la habitación
adyacente al hall en el que nos encontramos, mientras descubrimos que un
pequeño murciélago ha venido a visitarnos. Tras varias vueltas de
reconocimiento, se marcha. Un compañero lleva una linterna en la cabeza. Bromea
conmigo poniendo la luz roja.
Hay una especie de buró en una esquina
del hall, y nos acercamos con una tabla de ouija para empezar una sesión. Una
puerta cercana, creemos que la del pasillo que es la única que estaba abierta,
empieza a golpear. No le damos importancia, aunque los golpes se harán cada vez
más constantes. La ventana del cuarto adyacente también empieza a golpear,
aunque de manera menos constante. El temporal está pasando y ya apenas hay
corrientes, pero puede ser el aire.
El cursor de la ouija se mueve. Nos da a
entender que no está cómodo con nuestra presencia. Nuestro compañero más
calmado mantiene una conversación con la entidad. Le indica que no queremos
molestar, ni por supuesto hacer daño. Sólo queremos respuestas. La puerta sigue
golpeando incesantemente. Le pregunta si le ha molestado la luz roja de su
linterna, y dice que sí. Le pide que se tranquilice, se disculpa y le pregunta
si es él quien golpea la puerta y la ventana. Responde que sí, y también dice
que sí cuando le pregunta si lo hace para asustarnos. Le repite que no hay
motivo de alarma, no somos hostiles y le pide que pare. Desde ese momento, no
volvemos a escuchar ningún golpe más. Ni la puerta, ni la ventana. Nada. A
partir de aquí, las respuestas ya no parecen ser nada claras, por lo que
cerramos sesión. Volvemos a probar con la spirit box, y nos responden un par de
voces lejanas. Una es la misma voz masculina con la que llevamos toda la noche
contactando, y la otra voz es femenina. Nos responden que sí que son pareja.
Por segunda vez le pregunto si soy bienvenida, y me dice que no. Le digo que
estoy encantada con el contacto y que me cae bien, si yo le caigo bien, y me
dice por segunda vez en la noche que no. Tenemos la certeza de que no les gusta
nada el flash de mi cámara, ya que en el piso de arriba creímos entender que no
quería que hiciera más fotos. Uno de mis compañeros nos indica que está
sumamente cansado, es posible que la ouija le haya tomado energía. Aún así,
intentan una segunda sesión. Podría ser la misma entidad de antes. Hablan con
ella, pero responde a todo que sí. No es fiable. Incluso afirma estar
vacilándonos. Cierran sesión. Voy a intentar contactar, con mi compañero
abrimos de nuevo. Yo soy algo más ruda con este experimento, en el que de hecho
nunca me ha gustado nada participar. En otra ocasión me puse seria y aquello
empezó a funcionar muy bien, quizás ocurra lo mismo. Dice que se llama “Baba”,
y es prácticamente la única respuesta que le saco. Cerramos sesión.
Nos sentamos un momento y deliberamos. A
nuestro alrededor ahora mismo reina la más absoluta calma jamás contada. No se
escucha ni el más mínimo ruido por ninguna parte de la casa. Resulta increíble
después de la noche que acabamos de vivir, llena de golpes, portazos, algún que
otro sonido inquietante y todo arropado por los truenos y relámpagos de una
señora tormenta con mayúsculas. La paz, tranquilidad y silencio reinantes en
este momento nos incitan a terminar la investigación. Son las 2:07 de la
madrugada. Recogemos mientras comentamos las cosas más inquietantes de la
noche, y salimos.
Paramos un momento en el pasillo de salida
del hall. La puerta del pasillo, la única puerta que hemos dejado abierta sin
peligro alguno de corriente (comprobado), está volteada. No está cerrada del
todo, pero esto nos confirma que era esta puerta la que golpeaba incesantemente
mientras estábamos el hall. La misma puerta que dejó de golpear cuando nuestro
compañero amablemente lo pidió. Curioso.
Nos vamos ya. Ha sido una noche de
película de terror incesante, y las conclusiones son las siguientes. Hemos
contactado de manera clarísima, obteniendo algunas respuestas. Es evidente que
el temporal ha provocado la gran mayoría de los movimientos de la casa, pero ha
habido algunas cosas ilógicas que nos hacen pensar, que aprovechando el
temporal hemos sufrido movimientos paranormales por parte de las entidades
encontradas, las cuales se alimentaron de nuestro miedo y les sacaron buen partido.
Esto denota una cierta inteligencia por parte de las entidades, además de las
respuestas a nuestras inquietudes. Por la parte que me toca, para la próxima
salida haré algunos cambios con mi cámara fotográfica, además del tema de las
luces de colores, cosa con la que comentamos de experimentar en otra ocasión. Hasta
otro día y gracias por su hospitalidad “Casa de los Vientos”.