Leyenda de las
brujas de Zugarramurdi
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Zugarramurdi | |
Una bruja es por un lado un ser respetado
y venerado con poderes especiales, por ejemplo una persona sabia a la que
acudir para pedir consejo, o una persona conocedora de las plantas y elementos
naturales curativos. Pero por otro lado, una bruja es una persona que pacta con
el diablo y además de participar en reuniones demoníacas, tiene el poder de
proferir maldiciones y males de ojo. Este último aspecto, es desgraciadamente
el que les dio fama de persona malvada non grata.
Lo que principalmente caracterizaba a la
bruja aparte de la hechicería, era su comunión, pacto o trato con el diablo.
Según se extrae de las declaraciones de los apresados en Zugarramurdi, el
maestro o maestra preparaba y acompañaba al novicio hasta la reunión para su
ceremonia de ingreso. La persona interesada, debía renegar de Dios, del
bautismo y de su fe. El demonio la aceptaba y le mandaba hacer todo el mal que
pudiese mientras el iniciado le besaba debajo de la cola. El diablo le marcaba
con la uña y le entregaba como guardián o consejero, un sapo vestido para
cuidar y dar de comer. Las cruces de piedra que fácilmente encontramos en los
caminos de esta zona, en principio se colocaban allí para proteger los caminos,
pero se dice que eran también puntos de encuentros de las brujas. Otra de las
costumbres más conocidas, eran los aquelarres. Esta palabra es originaria de
los prados de Zugarramurdi. En euskera, “akelarrea” significa “prado del macho
cabrío”. Según confesiones de acusados por brujería, los aquelarres eran reuniones
macabras y obscenas presididas por una figura diabólica mitad hombre, mitad
macho cabrío, donde nuevos y viejos brujos juraban hacer el mal y se sumergían
en una desenfrenada fiesta de sexo, comida y baile. Tradicionalmente se cogían
de la mano formando un circulo alrededor de la hoguera y comenzaban el baile
hacia la izquierda.
Las localidades de Urdazubi/Urdax,
Zugarramurdi, Bertiz, Arraioz y las Cinco Villas, constituyen uno de los
epicentros de la brujería. Concretamente en Zugarramurdi se encuentran la cueva
de Sorginen Leizea (de las brujas) y el prado Berroscoberro, lugar donde se
dice que el diablo pactaba con sus fieles en los aquelarres. Muy cerca, en
Urzabi/Urdax, se sitúan las espectaculares cuevas de Ikaburu, que están unidas
por un sendero señalizado de unos cuatro kilómetros con las cuevas de
Zugarramurdi.
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Cueva de Sorginen Leizea |
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Auritz/Burguete, Orreaga/Roncesvalles,
Ochagabía, Burgui y Vidángoz, situadas en los Valles de Roncal y Salazar al
noreste de Navarra, es otra de las rutas con importante actividad de
persecuciones a las brujas. El bosque de Sorginaritzaga o robledal de las
brujas, a los pies de Roncesvalles y el bosque de Basajaumberro, son enclaves
que albergan camino de Santiago, pero también en ellos se reunían las brujas
para celebrar aquelarres. No podemos olvidar, que muy cerca de allí se
encuentra la selva de Irati que servía a las brujas para el mismo fin, al igual
que el paraje de Muskilda, en Ochagavía.
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Bosque de Sorginaritzaga Cruz blanca/de Roldán |
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Hoy en día, se conserva la tradición de
poner una flor de cardo en la puerta de entrada a algunos domicilios. Se decía
que las brujas no podían acceder si la flor de cardo estaba en la puerta, ya
que para conseguir entrar tenían que quitarle todas las espinas. Esta flor, consta
de tantas espinas, que el gallo empezaba a cantar, por lo que pronto amanecería
y finalmente a la bruja no le daba tiempo de terminar tan laborioso cometido
para poder acceder a la vivienda.
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Puerta en Etxalar |
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Vivienda en Etxalar |
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